Desde Riópar en busca del caminito del Rey… un paisaje industrial recuperado a través del turismo.
Poco o nada sabía yo del Caminito del Rey hasta que alguien me invitó a ir…, después de verlo en un vídeo no tuve dudas.
Tras almorzar un «mollete» de jamón untado con «porra de Antequera» regada con hilo de aceite…
Accedemos por un oscuro y largo túnel que se abre junto al embalse desde los Ardales, en la cara norte. Nos colocamos el casco y nos identificamos antes de dar comienzo al mismo recorrido que en su dia hizo el Rey Alfonso XIII un 21 de mayo de 1921, en el acto de inauguración del Pantano del Chorro, el mismo que 32 años después pasaría a llamarse Pantano del Conde de Guadalhorce, cuando Rafael Benjumea recibiera de manos de rey el título nobiliario que renombraría la presa.
El paisaje me impresiona…
Mientras desciendo por la ancha senda analizo con la mirada el paisaje industrial en desuso que hoy descubro en calidad de turista…; escaleras estrechas marcadas barranco abajo, acequias secas, una gigantesca llave de paso aún provista de tubos, el salto de los Gaitanejos en lo más hondo…, en lo más alto una colonia de buitres leonados de vuelo solemne a la que doy caza fotográfica.
Alguien me alerta de la existencia de un sillón, dos bancos y una mesa hechos de piedra…, anfitriones y testigos fueron de la rúbrica Real que certificó la terminación del dique…, me resultan tan originales como raros.
Continúo mi caminito…
Me entretengo decubriendo las retamas, eucaliptos, romeros y falsas pimientas que salpican el tapiz de pinus halepensis anclado en la caliza como coraza de defensa frente a la erosión…
Cruzamos las viejas vías de un ferrocarril y… ya tenemos los pies puestos sobre las primeras tablas de madera que confeccionan la pasarela peatonal endosada en la roca para deslizarse sibilina por el Desfiladero de Gaitanejos; su trazo se alza algunos centímetros por encima de la terminada en 1905, aquella que en su dia facilitó el acceso de operarios y vigilantes, e hizo posible el transporte de materiales entre el salto del Chorro y el salto del Gaitanejo, ambos propiedad de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro.
Poco a poco nos vamos adentrando en el interior del cañón que limita Antequera, Ardales y Álora…
El viejo caminito sin barandilla refleja el abandono sufrido en tiempos pasados, tramos arruinados se alternan con derrumbados y rehabilitados…
La caminata es pausada y lenta hacia el Valle del Hoyo…; de vez en cuando sacamos la cabeza por encima del cable de acero instalado como medida de protección un poco más arriba de la malla metálica y tomamos instantáneas del rio a vista de pájaro ¡menudo vértigo!
El paso se estrecha demasiado por algunos puntos… oímos un tren…, segundos después se deja ver por entre los túneles excavados en la pared de enfrente.
Autora: MariCarmen Jiménez Rodríguez
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