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Es todo un lujo poder trabajar sobre un paisaje cultural como el de Riópar Viejo…

Llevamos todas las herramientas, objetos decorativos y montones de flores frescas en tonos rosas, blancos y crema para nuestro próximo trabajo.

Bajamos del vehículo y echamos un vistazo a nuestro alrededor…  ruinas del castillo, iglesia, cementerio y olmo seco…, un paisaje cultural

La vasta y ancha senda de cemento y piedra arde bajo nuestros pies, alrededor de ésta se expande un tapiz de matojos secos recién segados, el viento solano nos abofetea sin darnos ninguna clase de tregua…

Mi compañero me mira con indecisión…, yo intento animarlo _«¡vamos! ¿Estás preparado para ganarte el cielo?»_ me contesta con una mueca y una sonrisa de complicidad.

Cuatro horas después…

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La gente engalanada empieza a llegar a Riópar Viejo…, ya está todo casi listo, pero el viento no nos deja terminar, se empeña en seguir volcando las sillas de madera blancas que flanquean la alfombra, y en hacer volar los pétalos blancos de rosas como si fueran mariposas… con resignación lo ponemos todo de nuevo en su sitio… y nos distanciamos vigilantes a los caprichos del solano.

Más de un centenar de invitados, como actores secundarios, han empezado ya a defender su papel. Mientras esperan… miran las flores…, se echan fotos bajo el seco y viejo olmo…, beben agua…, abren las sombrillas…, se abanican…, algunos chiquillos se van a la fuente  en busca de renacuajos…  sus madres los reprenden…

¡Ya están aquí! Él sube unos minutos antes que ella, para esperarla al final de la alfombra junto a la mesa decorada y el arco flores… La monumental iglesia  como postal de fondo…

Nosotros… decidimos retirarnos, todo está a punto…

Buscamos la sombra de la sabina que pone punto y final a la tapia del cementerio, desde aquí la perspectiva del escenario improvisado es mucho mejor…

Los violines empiezan a sonar…, la figura altiva y bella de la novia emerge…, sonríe al pisar el escenario…

Intuyo que hemos pasado la prueba con buena nota. La tranquilidad me invade… Por primera vez en muchas horas nos mantenemos quietos…

Me voy alejando poco a poco de la realidad, empiezo a dar rienda suelta a mi imaginación, como siempre hago…, intento averiguar los secretos que encierra este paisaje cultural… _» ¿cómo sería, lo que hoy es el casco histórico de Riópar Viejo, cuando era Rivus Opae?

Miro la iglesia del Espíritu Santo, una grata y maciza visión con diminutas ventanas… Sus constructores y posteriores reconstructores poco sabían de proporciones y ni  de luz… _«¿Mora o cristiana? ¡Ojalá  hablases! Así, tal vez, nos dirías quién pintó los frescos que  tan recelosa atesoras… y sabríamos más sobre tus enigmas». Recorro con la mirada su fachada intentando identificar las diferentes piezas que a modo de puzzle la componen convirtiéndola en lo que vemos…, empiezo por el bloque más joven, datado del siglo XV…, me detengo en su campanario… y echo de menos su campana.

Dos piedras con restos de barro adherido ruedan cuesta abajo y sin freno desde lo más alto del enclave… Deben haberse desprendido de los desmoronados muros del castillo medieval que yacen arriba…, ese que algún día fue joven…,tal vez, cuando las dos culturas dominantes en Castilla se disputaban estos territorios… Hoy se sentirá dichoso porque, aunque viejo y derruido, está siendo testigo de una gesta mucho más agradable.

Todo se termina y  todos se van marchando…

Soledad y misterio… todo como al principio…

El anciano Riópar… ¿Por qué compartimos contigo nuestra alegría y luego te abandonamos? Igual  hicieron tus pobladores desde finales del siglo XVIII,  cuando se fueron en busca de un sustento proporcionado por la industria metalúrgica del bronce…

Comprendo ahora lo irreal de la situación…

Conjunto Histórico Cultural de Riópar Viejo

Mi querido y Viejo Riópar…, por muy humilde que parezcas… a mí no me puedes engañar…,  junto con Villapalacios, Bienservida,  Cotillas y Villaverde de Guadalimar, tú fuiste señorial

Ahora eres… un recuerdo vivido y añorado….  al que hay que cuidar y conservar.

 Autora: MariCarmen Jiménez  Rodríguez       

Dedicado a Laura y Miguel, y a todos aquellos que saben valorar los paisajes culturales y defienden su conservación.

                                                                                 Biografía de autor                                                                                  

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