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 Lo confieso, hice turismo… con los tacones puestos

…Vamos un poco tarde, como siempre ocurre cuando tenemos que ser puntuales, los retoques finales y últimos golpes de vista en el espejo tienen la culpa…, pero es lo que toca.

Tras una hora y cuarto en el coche con el climatizador puesto…, poner los pies en la capital albaceteña, a falta de dos días para comenzar el verano, es como entrar a un horno.

A duras penas asciendo por las escaleras catedralicias hasta dar de bruces con la fachada neo-románica en la parte sur del edificio, no hay ni un  cristo fuera, me temo lo peor, momentáneamente imagino la escena de dos novios dándose el “sí quiero” justo cuando nosotros interrumpimos…

Mi pareja, tras aparcar el coche, sube por la escalera apresurado tanto o más que yo,  me agarra de la mano y, casi corriendo, me arrastra hacia la portada principal para acceder al interior del edificio de base gótica y corona barroca  –  ¡Menos mal, hemos llegado antes que la novia!

Suspiro tranquila dos veces, una por no haber sido la última en llegar y otra porque por fin ha llegado el momento de poner los pies dentro  del monumento  consagrado a San Juan Bautista, con sus tres naves y cuatro siglos de historia.

Echamos una ojeada y sólo conocemos al novio que, enmarcado por tres hermosas vidrieras, está esperando a pie de altar. Me acerco hasta mitad de la nave central por entre los arreglos florales de paniculata preparados para el momento, y distingo a San Juan Bautista en el vidrio central, flanqueado por la Visitación y el Bautismo de Jesús.

Fijo la mirada en los capiteles jónicos de las cuatro enormes columnas renacentistas de los clásicos Siloé y Quijano, que sujetan las bóvedas barrocas de Gregorio Díaz, en sustitución de las desplomadas e inexistentes góticas. Tras una de las orondas columnas divisamos a un amigo con dos señoras a las que no conozco de buenas a primeras, pero sí de buenas a últimas.

Tras los oportunos saludos…, ellos sugieren que seamos las féminas quienes elijamos asiento, optamos por los bancos de casi al final, me parece un sitio perfecto, desde allí la perspectiva es mejor, pero no tomo asiento antes de explorar el retablo renacentista presidido por la barroca imagen de la Virgen de los Llanos, escondiendo a sus espaldas, desde principios del XVII, las cabezas de la Virgen y el Niño de origen gótico. Muy a mi pesar, no me detengo a contemplar las tablas con los Juicios de San Miguel y de las Almas, y paso por alto el busto del primer obispo de esta catedral, hay poco tiempo y soy consciente de ello.

En mi trayecto hasta el banco, miro de reojo las distintas obras escultóricas albergadas en las diferentes capillas: Jesús Nazareno, Cristo de la AgoníaLa Dolorosa, Descendimiento, Virgen de Cortes,  Inmaculada Concepción, San José, Virgen de Loreto, San Juan Bautista, el Santo Entierro…, en mi búsqueda selectiva encuentro por fin las dos de mayor antigüedad la talla barroca de la Virgen de la Estrella, de mediados del XVIII, y la neoclásica Virgen de la Piedad, de principios del XIX; ésta última la detecto rápido, es homónima a la que hace unos años tuve la suerte de ver en el monasterio de Valdemosa, en Mallorca ¿ Adrián Ferrán ya trabajaba en serie…?

Tomo asiento, mis pies lo agradecen, está mal decirlo pero es que las mujeres somos unas “ansiosas del parecer más altas”…

La novia sigue sin llegar, el novio no para de moverse, obviamente está nervioso…, desfile de «Ladies & Gentlemen » por la nave central, ellas… perfectas, encorsetadas y a un palmo del suelo, todas el mismo perfil, distinguibles sólo por el color y largo de sus vestidos; ellos… más de lo mismo, pero trajeados y a ras del suelo…

Yo a lo mío…

La puerta de la sacristía está entreabierta, ¡maldigo mi suerte!, si en vez de estar de invitada estuviese por trabajo…, tendría el privilegio de acceder a ella y poder ver su artesonado plano y sus cinco murales manieristas, sean o no de autor anónimo.

Por fin… todo el mundo se vuelve, ¡la novia está aquí!

Intento prestar atención a la misa, no he venido aquí para hacer turismo, … pero el sonido hace “eco” y me entero más bien de nada…, miro la enorme lámpara que cuelga unos metros delante nuestro… y vuelvo a perderme entre las exuberantes bóvedas que limitan en altura  las naves…

Traspasando los límites del contexto, mis ojos recorren lentamente los once lienzos al óleo de Casimiro Escribá, imprimados sobre los muros de este monumental coloso. Presto demasiada atención a las caras humanas pintadas…, de manera casi subconsciente intento juzgar la belleza o fealdad de las gentes de Ayora de a mediados del siglo XX, y pienso en su dicha: “perdurarán estos valencianos en el tiempo, durante siglos, escenificando episodios de la Bíblia y siendo protagonistas de la mayor obra pictórica del mundo realizada por un solo artista”.

Vuelvo a la realidad un instante para escuchar el chiste del cura, donde pone en entredicho el amor eterno… “por lo visto uno se llevó a su mujer a China en sus bodas de plata y volvió a buscarla por las  de oro…”, ¡ya le vale al hermano…!, al cura quiero decir, para el tipejo un aplauso, por tener la bondad de haberla dejado en libertad durante veinticinco años.

Con el “sí quiero”, “el puede besar a la novia” y “las paces” dadas, esto está casi terminado…, ya solo quedan el arroz y los pétalos.

Doy un vistazo final y me dirijo hacia el exterior del edificio con cierta pena: “¡Lástima que no exista un museo catedralicio para exponer la custodia de plata dorada del Corpus Christi, la cruz procesional y el Lignum Crucis, de finales del XVI, junto a Cálices y otros enseres dignos de ser mostrados!”

Alfombra roja y montón de gente en las escaleras…

Desciendo como ascendí, haciendo equilibrio sobre el par de agujas hechas a mala leche sobre las que se alzan mis talones…, alcanzo el primer rellano y me vuelvo para mirar la portada neogótica de arco apuntado con su rosetóntorre de planta cuadrada donde se alberga el campanario. Destaca el relieve del Bautismo en el tímpano.

La traca logra poner punto y final a mi histórico paseo…, me sorprendo a mí misma de lo rápido que voy escaleras abajo huyendo de la pólvora…, mientras… intento demoler en mi mente el actual monumento y volver instaurar la antigua parroquia mudéjar, de época medieval, que un dia fue.

Coche de época y recién casados…

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¡¡¡Que vivan los novios!!!

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Autora: MariCarmen Jiménez Rodríguez

Dedicado a todos aquellos capaces de descubrir tesoros a través de lo cotidiano, y de forma especial… para Víctor y Marta, los auténticos protagonistas de esta historia.

Biografía de autor

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